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Conociendo entre amigos

Información básica

  •  Horario: De 17.00 a 21.00 horas

 

  • Precio: Gratuito

 

  • Organizador: Conociendo Nuestros Vinos

 

 

  • Ubicación Casa del Vino: Calle San Simón, 49. El Sauzal, Tenerife.

 

     La verdad es que estábamos nerviosos, para qué negarlo. Llevamos lo de siempre: nuestra ilusión, el conocimiento recogido en estos tres meses de camino y mucho cariño. Ni somos ni pretendemos ser enólogos, catadores o bodegueros; sabemos cuál es nuestro lugar. Y es desde ahí desde dónde quisimos transmitir lo aprendido a nuestros amigos. 

     Habíamos preparado algunas preguntitas para animar la velada, así que colocamos sobres detrás de asientos escogidos al azar y, entre vino y vino, fuimos conociéndonos todos un poquito mejor. Nuestro primer vino fue un blanco afrutado de Bodegas Ferrera, sin lugar a dudas el caballo ganador de la tarde. Lanzamos la pregunta difícil: “¿a qué huele?” Y se hizo el silencio del miedo a equivocarse. Así que rompimos el hielo: “A vino, ¿verdad?” Derribada la barrera comenzamos a expresarnos y aparecieron la piña, las flores, los cítricos, el pomelo, la manzana verde. Quisimos hacer realidad sus recuerdos, así que introducimos cada uno de los olores en una copita de cata. Cortamos manzanas, coco, pomelo, chocolate, café, piña, moras y comprobamos a qué huele el vino. 

     El segundo fue un blanco seco de Marqués de Fuente. “Mucho más fuerte que el anterior”, decían algunos. Servimos las deliciosas almendras con mojo y con gofio de Pastelería Díaz y un servicio de panes con mermelada de guayaba y otra de maracuyá. Pensamos que no había gustado el vino, pero cuando nos dimos cuenta se había generado un ambiente de conversación fantástico alrededor de copas ya vacías y las delicias de Pastelería Díaz. 

     El tercer vino fue el exquisito rosado de Marba. Una sorpresa para todos. En color, aroma y sabor fue el segundo en halagos. La copita de cata con golosinas fue la protagonista. Es un vino fresquísimo, suave, pero que en boca se muestra con personalidad y que permanece, lo que invita a seguir tomándolo. Delicioso con pollo, arroces, ensaladas y pescados grasos. A continuación, nos introducimos ya en el mundo de los tintos con el Hollera de maceración carbónica de Monje. Muchos reconocieron el nombre de la bodega, a pesar de dirigirnos a un público de no bebedores de vino, y se animaron en seguida a buscar aromas. “Yogur de frutas del bosque” y la decisión sobre el olor fue unánime. Así que la copa con yogur de frutas del bosque pasó y nos convenció. Un vino delicioso que sorprendió y despertó curiosidades. 

     El quinto vino fue el tinto Calius de Cándido Hernández Pío, un vino con personalidad, tradicional, herbáceo. No convenció al principio y creo que es normal. Llevábamos cuatro vinos y llega un momento en que uno no sabe ni lo que bebe. Así que optamos por dejarlo a un lado y volver al primero, al afrutado de Ferrera. Descansar y limpiar el paladar. Cuando volvimos a Calius todo eran caras de admiración y sorpresa “¿Cómo es posible que ahora sea tan distinto?”, decían. Mucho más fresco, ligero, ahora aparecían los frutos rojos, el hinojo y otras especias, algo de monte. Lo disfrutaron y apreciaron. 

     Y no podíamos terminar una velada como esta sin brindar, así que nuestro último vino fue el espumoso semiseco de Brumas de Ayosa. Hace poco publicamos en la web una experiencia sobre este vino, nacimientos en Brumas de Ayosa, y esto fue lo que buscamos transmitir. Comenzamos la tarde siendo completos desconocidos y, paso a paso, nos fuimos acercando hasta acabar en una reunión de amigos cuyo único fin era disfrutar del vino. Esperamos volver a vernos, hasta la próxima.

Descubre el álbum completo de la experiencia aquí:

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