La Laguna y sus encantos. Aparcamos en el terraplén de tierra de La Milagrosa, porque todos sabemos lo complicado que es encontrar un aparcamiento en la ciudad, y comenzamos a andar por aquellas calles adoquinadas. El aire fresco de La Laguna, el movimiento de gente jóven, su patrimonio y su historia; te preparan para vivir experiencias como esta. La Cava de Aguere está ubicada justo en la esquina de un precioso y antiguo callejón y son sus grandes ventanales y el portón de madera verde lo que la delata. 

    Cuando entramos por primera vez nos llamó la atención el tamaño del restaurante, creíamos que no cabríamos todos allí; pero sorprende lo espacioso que puede llegar a ser. De hecho, tras unos minutos se va creando un ambiente extremadamente agradable que te ayuda a olvidar el frío del exterior. Es como una antigua taberna de pueblo, un lugar en el que quieres estar con tus amigos durante horas disfrutando de la buena comida y el calor del vino. Un lugar al que ir solo cuando las cosas no van bien y lo único que necesitas es desconectar o, por el contrario, un lugar en el que disfrutar de una tranquila velada con la persona a la que amas. Es como un hogar, un refugio.

    En cuanto a la presentación de los vinos, catamos dos blancos y dos tintos de la Bodega San Miguel (Abona). La encargada de dirigirlo era la enóloga de la bodega, Loreto, que en ningún momento presentó los vinos de forma ininteligible; sino todo lo contrario. Disfrutamos de los cuatro caldos sin poseer un conocimiento profundo del mundo del vino y las catas. Los miramos, los olimos, los probamos...los disfrutamos. Solo llevábamos nuestra curiosidad y nuestro amor por el producto local, pero fue más que suficiente para conocer las distintas texturas que presentaba cada vino. El primero era un blanco ecológico de color amarillo pálido. En naríz nos encontramos con el hinojo, la hierbaluisa y (para nuestra sorpresa) un agradable olor a piña tropical. En boca era un vino muy suave y fresco, fácil de maridar por su baja acidez. El segundo era otro blanco de un color oro mucho más intenso que el anterior. En nariz ya nos encontramos con maracuyá y otras frutas tropicales de olores más llamativos. En boca este vino era espectacular, un poco más ácido que el anterior y más dulce, pero muy bueno para una cata. Luego pasamos a los esperados tintos. El primero era un tinto de crianza que, en unos años, seguramente se irá redondeando, aunque ahora mismo es delicioso. En nariz se reconocen tintes de cacao, café, olores lácteos y a frambuesa. En boca es seco y mantiene ese sabor suave a frutos rojos y cacao. Este es el único vino de la bodega que se elabora con uva foránea. Por último, un tinto semidulce que acompañamos con unos bombones de chocolate negro. La palabra que define a este vino es "especial", tanto en nariz como en boca. Es delicioso combinado con el chocolate e iría muy bien, también, con picantes y carnes.

Con cada copa se sirvieron deliciosos montaditos y aperitivos. De ensaladilla con salmón, otros de anchoas, de puré de garbanzos con chorizo y bombones de chocolate con fruta confitada y frutos secos. Todo exquisito y con una presentación sorprendentemente actual. En definitiva, la palabra es "comodidad", nos sentimos como en casa, relajados y dispuestos para aprender y conocer los vinos de esta bodega que, cada año, apuesta por el consumo de la uva canaria y la elaboración ecológica. La Cava de Aguere tiene muchísimo que ofrecer y está a tan solo un paso, descúbrela.